Mostrando entradas con la etiqueta Poesia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Poesia. Mostrar todas las entradas

lunes, 12 de abril de 2010

" Sueños Creadores "



Esta poesía me la dedico mi amigo Kike en el Camino de Santiago

Va por ti Kike

La mar,
irisadas olas
tersas conchas.
Lo miro con los ojos
y no acierto a verlo,
como si una bruma densa
mostrase su ausencia,
ocultara su presencia.
Entonces lo busco
entre las sombras,
entre los recuerdos perdidos
entre lo que mis ojos miraron,
entre lo que mis ojos obviaron.
En ese chocar de sueños,
de recuerdos y creaciones,
por fin lo encuentro,
lo hallo desnudo,
lo hallo tesoro.
Lo hallo creado
como algo nuevo.
No encuentro olas
sino sueños de olas
surcando en color iris
la superficie de los mares
también soñados,
también creados.





jueves, 25 de marzo de 2010

"LA LEYENDA DEL ROBLE"




En un antiguo condado
de estirpe prosaica y noble
vive un pueblo acojonado
por la Leyenda del Roble.

Afincado entre jarales
de altas torres derruidas
ve cenecer los días
entre los vastos nogales
de hojas secas y sobrías.

Y como nido de cuervos
entre peñascos acervos
de caídos torreones,
se alza un castillo protervo
de mil pares de cojones.

Era el amo del castillo,
por vida y gracia disoluta
un gachó de horca y cuchillo,
mala leche, bruto y pillo,
un verdadero hijo de puta

Se llamaba Vergabundo
de Apalanca a Punta Pala
y era el cabrón tan fecundo
que, cuando se encandilaba,
daba por el culo a todo el mundo.

Cortejaba una doncella,
de carnes duras y prietas,
una gachí cojonuda
de exuberantes tetas.

Esta moza era sin faja
asombro de medio mundo
y en su honor Don Vergabundo
se hizo más de una paja.

Caminando con sus huestes
por los caminos de Olmedo,
vió cerca de una fuente
como la niña inocente
se estaba metiendo el dedo.

Al verla Don Vergabundo,
quedose un instante fijo,
más de pronto, en un segundo,
y enarbolando su pijo
arrastrola hasta un roble
y abriéndole los muslazos,
la sacudió tres polvazos.

La doncella, aunque cachonda,
resistiose como pudo
¿Otra ronda? - gritó el Conde -
y hasta la dió por el culo.

La muchacha cayó muerta.
No se sabe a ciencia cierta
qué fue lo que la mató,
si la embriaguez de la dicha
o los tres quince de picha
que el conde la regaló.

Y aquí termina la historia de
Vergabundo, el conde noble
que jamás enemigos tuvo
pues usó siempre la picha por lanza
y los huevos por escudo.